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Edouard Manet, Olympia, 1863 |
El corazón en tus ojos derrite lágrimas;
desde el cielo, mar abierto,
mi tristeza se empaña,
no hay lecho de dolor,
son tus luceros precursor del alba.
Siento el corazón en tus besos
y en manos enlazadas
como la corriente del arroyo
y la ilusión de rápidas cascadas.
El corazón en tu pecho dice cosas pocas,
mas profecías de nuestra noche afortunada.
Habla de una luna transparente, manchada en noches amorosas,
de la pasión desnuda bajo el ritmo de crecientes olas
y de espuma escarchada en lo íntimo de mi recámara.
Es tu corazón fiel el que ilumina tu poesía,
temprana y soleada primavera,
deja bendiciones escritas en la cinta de la almohada,
poseída del amor de noches blancas.
desde el cielo, mar abierto,
mi tristeza se empaña,
no hay lecho de dolor,
son tus luceros precursor del alba.
Siento el corazón en tus besos
y en manos enlazadas
como la corriente del arroyo
y la ilusión de rápidas cascadas.
El corazón en tu pecho dice cosas pocas,
mas profecías de nuestra noche afortunada.
Habla de una luna transparente, manchada en noches amorosas,
de la pasión desnuda bajo el ritmo de crecientes olas
y de espuma escarchada en lo íntimo de mi recámara.
Es tu corazón fiel el que ilumina tu poesía,
temprana y soleada primavera,
deja bendiciones escritas en la cinta de la almohada,
poseída del amor de noches blancas.
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