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Gustave Courbet, Las bañistas, 1858 |
Cundida de sol está la tarde
pero mis sombras extienden el silencio.
Así en la gruta de las maravillas
te veo sentada sobre una roca en una de sus galerías,
la cavidad inmensa pierde la luz de mi linterna.
Te busco y ya no te encuentro.
Hay grietas que dejan pasar una luz tenue
que acentúa las sombras, mas sólo ilusión queda;
¡cuánto mi deseo por verte!
La oscuridad en el alma
acorta la vida y ciega
sin tu voz, sin tu mirada.
Estaba cundida la tarde de sol
y el anochecer trajo tormentas,
culpo a mi tristeza.
pero mis sombras extienden el silencio.
Así en la gruta de las maravillas
te veo sentada sobre una roca en una de sus galerías,
la cavidad inmensa pierde la luz de mi linterna.
Te busco y ya no te encuentro.
Hay grietas que dejan pasar una luz tenue
que acentúa las sombras, mas sólo ilusión queda;
¡cuánto mi deseo por verte!
La oscuridad en el alma
acorta la vida y ciega
sin tu voz, sin tu mirada.
Estaba cundida la tarde de sol
y el anochecer trajo tormentas,
culpo a mi tristeza.
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